EL MALEFICIO DE LA MARIPOSA
21 Octubre 2005 | FridayEL
MALEFICIO DE LA MARIPOSA
COMEDIA
EN DOS ACTOS Y UN PROLOGO
Señores:
La comedia que vais a escuchar es humilde e inquietante, comedia rota del que
quiere arañar a la luna y se araña su corazón. El amor, lo mismo que pasa con
sus burlas y sus fracasos por la vida del hombre, pasa en esta ocasión por una
escondida pradera poblada de insectos donde hacÃa mucho tiempo era la vida
apacible y serena. Los insectos estaban contentos, solo se preocupaban de beber
tranquilos las gotas de rocÃo y de educar a sus hijuelos en el santo temor de
sus dioses. Se amaban por costumbre y sin preocupaciones. El amor pasaba de
padres a hijos como una joya vieja y exquisita que recibiera el primer insecto
de las manos de Dios. Con la misma tranquilidad y la certeza que el polen de las
flores se entrega al viento, ellos se gozaban del amor bajo la hierba húmeda.
Pero un dÃa… hubo un insecto que quiso ir más allá del amor. Se prendó de
una visión que estaba muy lejos de su vida… Quizá, leyó con mucha
dificultad algún libro de versos que dejó abandonado sobre el musgo un poeta
de los pocos que van al campo, y se envenenó con aquello de «yo te amo,
mujer imposible». Por eso, yo suplico a todos que no dejéis nunca libros
de versos en las praderas, porque podéis causar mucha desolación entre los
insectos. La poesÃa que pregunta por qué se corren las estrellas es muy dañina
para las almas sin abrir… Inútil es deciros que el enamorado bichito se murió.
¡Y es que la Muerte se disfraza de Amor! ¡Cuántas veces el enorme esqueleto
portador de la guadaña, que vemos pintado en los devocionarios, toma la forma
de una mujer para engañarnos y abrirnos las puertas de su sombra! Parece que el
niño Cupido duerme muchas veces en las cuevas vacÃas de su calavera. ¡En cuántas
antiguas historietas, una flor, un beso o una mirada hacen el terrible oficio de
puñal! Un viejo silfo del bosque escapado de un libro del gran Shakespeare, que
anda por los prados sosteniendo con unas muletas sus alas marchitas, contó al
poeta esta historia oculta en un anochecer de otoño, cuando se fueron los rebaños,
y ahora el poeta os la repite envuelta en su propia melancolÃa. Pero antes de
empezar quiero haceros el mismo ruego que a él le hizo el viejo silfo aquel
anochecer de otoño, cuando se fueron los rebaños. ¿Por qué os causan
repugnancia algunos insectos limpios y brillantes que se mueven graciosamente
entre las hierbas? ¿Y por qué a vosotros los hombres, llenos de pecados y de
vicios incurables, os inspiran asco los buenos gusanos que se pasean
tranquilamente por la pradera tomando el sol en la mañana tibia? ¿Qué motivo
tenéis para despreciar lo Ãnfimo de la Naturaleza? Mientras que no améis
profundamente a la piedra y al gusano no entraréis en el reino de Dios. También
el viejo silfo le dijo al poeta: «Muy pronto llegará el reino de los
animales y de las plantas; el hombre se olvida de su Creador, y el animal y la
planta están muy cerca de su luz; di, poeta, a los hombres que el amor nace con
la misma intensidad en todos los planos de la vida; que el mismo ritmo que tiene
la hoja mecida por el aire tiene la estrella lejana, y que las mismas palabras
que dice la fuente en la umbrÃa las repite con el mismo tono el mar; dile al
hombre que sea humilde. ¡Todo es igual en la Naturaleza!» Y nada más habló
el viejo silfo. Ahora, escuchad la comedia. Tal vez os riáis al oÃr hablar a
estos insectos como hombrecitos, como adolescentes. Y si alguna honda lección
sacáis de ella, id al bosque para darle las gracias al viejo silfo de las
muletas, un anochecer tranquilo, cuando se hayan marchado los rebaños.
1920
Si, señores, 1920. Nada nuevo
bajo el sol. Para ti, Mujer Imposible.